La localidad de Peñíscola, al Norte de la Comunidad Valenciana, está en un punto favorecido del Mediterráneo español.
Los 79 km2 de extensión del concejo, 17 de los cuales discurren paralelos al litoral, se dividen equitativamente entre las superficies forestales y los cálidos cultivos mediterráneos, entre los que no faltan el naranjo, el olivo y el almendro. La localidad de Peñíscola, al Norte de la Comunidad Valenciana, está en un punto favorecido del Mediterráneo español. Los 79 km2 de extensión del concejo, 17 de los cuales discurren paralelos al litoral, se dividen equitativamente entre las superficies forestales y los cálidos cultivos mediterráneos, entre los que no faltan el naranjo, el olivo y el almendro. La localidad vieja, coronada por la que fuera morada del Papa Benedicto XIII, un castillo-fortaleza del s. XIV, ocupa un imponente peñón que se alza 64 m sobre el azul del mar; está unido al conjunto de naciones por un cordón de arena que tiempo atrás era barrido por las olas a lo largo de los temporales, transformando a la localidad en una efímera isla. En contraste con el casco obsoleto, están las novedosas calles y avenidas de la región turística. Cálidas aguas en verano y otoño, se dividen entre las amplias playas de fina arena al norte de la ciudadela y bellísimas calas flanqueadas por abruptos acantilados al sur.
La localidad de Peñíscola, al Norte de la Comunidad Valenciana, está en un punto favorecido del Mediterráneo español. Los 79 km2 de extensión del concejo, 17 de los cuales discurren paralelos al litoral, se dividen equitativamente entre las superficies forestales y los cálidos cultivos mediterráneos, entre los que no faltan el naranjo, el olivo y el almendro. La localidad de Peñíscola, al Norte de la Comunidad Valenciana, está en un punto favorecido del Mediterráneo español. Los 79 km2 de extensión del concejo, 17 de los cuales discurren paralelos al litoral, se dividen equitativamente entre las superficies forestales y los cálidos cultivos mediterráneos, entre los que no faltan el naranjo, el olivo y el almendro. La localidad vieja, coronada por la que fuera morada del Papa Benedicto XIII, un castillo-fortaleza del s. XIV, ocupa un imponente peñón que se alza 64 m sobre el azul del mar; está unido al conjunto de naciones por un cordón de arena que tiempo atrás era barrido por las olas a lo largo de los temporales, transformando a la localidad en una efímera isla. En contraste con el casco obsoleto, están las novedosas calles y avenidas de la región turística. Cálidas aguas en verano y otoño, se dividen entre las amplias playas de fina arena al norte de la ciudadela y bellísimas calas flanqueadas por abruptos acantilados al sur.
La localidad vieja, coronada por la que fuera morada del Papa Benedicto XIII, un castillo-fortaleza del s. XIV, ocupa un imponente peñón que se alza 64 m sobre el azul del mar; está unido al conjunto de naciones por un cordón de arena que tiempo atrás era barrido por las olas a lo largo de los temporales, transformando a la localidad en una efímera isla.
En contraste con el casco obsoleto, están las novedosas calles y avenidas de la región turística. Cálidas aguas en verano y otoño, se dividen entre las amplias playas de fina arena al norte de la ciudadela y bellísimas calas flanqueadas por abruptos acantilados al sur.